domingo, 24 de agosto de 2008

Hola, despertandome.

Aquí les presento un capítulo recien horneado de mi novela. Se suponía que no publicaría más de ella por internet, hasta que terminara de escribirla, y la publicara en lindas hojas de papel, pero decidí hacer una excepción. Haremos un experimento. Invito a los lectores que decidan participar a que comenten que es lo que creen que dice y a que se refiere este capítulo de mi novela, esto me ayudará a ver si mi redacción es coherente, si mi estilo es comprensible y muchas otras cosas más. Incluyan si les gustó, si no les gustó, o cualquier cosa que quieran decirme, como es obvio, será de gran ayuda para mí, no importa lo que escriban, después de todo, creo que el mejor editor es el público. No creo que los escritos sean algo que quede bien a la primera, más bien son como los diamantes, se les tiene que pulir, y uno no manda a pulir un diamante con cualquiera ¿verdad? se le manda pulir con un experto. Bueno, son los expertos, lean comenten y platiquen.

La Copa de Oricalco, o el discurso de Khandros

Khandros se paró a duras penas, tambaleante…
Sus pupilas se hallaban dilatadas, sudaba profusamente, su respiración era rápida.
-Hemos bebido de la copa de oricalco, en nuestras manos tomamos su flama de plata, nuestros labios probaron su grana. He aquí que nos ha dejado ciegos, y sordos, no veremos ni oiremos más como lo hicimos hasta hoy. En grandes y espaciosos tragos hemos sorbido la muerte, y la vida, las quimeras y las beatitudes en un solo rojo carmín de su aire dorado. Descorrimos la cortina, ahora vemos más allá. Ay de nosotros, que lo que vemos nadie más lo puede ver. Ay de nosotros que ya no somos capaces de temer las mismas quimeras ni abrazar las mismas beatitudes. Para ellos somos sordos y ciegos, para nosotros, son niños pequeños. ¿Quién librará el abismo invencible? ¿Qué potestad servirá de puente? Nuestra desgracia es que vemos la dicha de aquellos que ignoran la propia. Nuestra desgracia es que hemos bebido de la copa de oricalco, y la dicha nos abandonó. ¿Quién nos dará la dicha? ¿Quién les hará saberse dichosos? Ciertamente nadie que habite bajo el sol. Pero clamaremos y gritaremos, si alguno nos escuchare, y nos entendiere, dejaremos de estar solos, pero somos mudos para ellos nuestras lenguas no entienden. Si viéremos a alguno de ellos le comprenderíamos, más la cortina no les muestra a ellos, no los vemos. Gritaremos hasta el cansancio en nuestras lenguas, para que aquel que cruza libremente el abismo les haga oír nuestros susurros. Le buscamos, algunos le encontramos, otros nos alejamos. Es este nuestro alarido de angustia, nuestro castigo por beber de la copa del aire de oro y el fuego de plata. Gritaremos y esperaremos, esperaremos. Algún día cruzaremos el puente, y el abismo, ese día seremos al fin.- Khandros comenzó a convulsionar, con él, todos los miembros del Shahat. El palacio de los jardines verdes, el más bello que fue, se redujo en un esqueleto. De las glorias pasadas ya no queda nada, y Adhara lloró amargamente esa noche, que regresó con Erian, al lugar donde pereció su padre, junto con el consejo, el consejo de los sabios del desierto.

Gracias por haber leído (supongo que leyeron y no se brincaron hasta el final, como uno suele hacer con los libros) y si se brincaron, tampoco hay problema (todos lo hemos hecho alguna vez)
Cambio de tema bruscamente para saludar a los escritores de este blog, e informar que considero necesario ponernos deacuerdo en que hay que escribir más amenudo, a fin de que este blog no se muera. Por cierto, publique un artículo sobre el 3er taller de ciencia para jóvenes en mi blog, sin duda uno de los eventos más divertdos de mi vida. ¡Los cerebritos también hechamos relajo! (me dan lástima los que tuvieron que cuidarnos, nos dormíamos a las 2 de la mañana, y ellos que estaban haciendo maestría y doctorado, no podían dormir hasta que el último de nosotros se durmiera).
Trataremos de escribir más, y en intervalos más cortos.

1 comentario:

Gedanke dijo...

Toño, hay una frase de Franz Kafka que en mi opinión capta el sentido de este capítulo: "A partir de cierto punto, ya no hay vuelta atrás. Ése es el punto a alcanzar."

No sé si es posible especificar ese momento en el que te sabes diferente, estigmado. Pero nunca podrás volver a confundirte entre la multitud. Gritarles no serviría, sólo queda buscar otros solitarios. Es doloroso, sí, y veremos muchos palacios destruidos, pero estaremos listos para eso.

Creo que tu estilo tiene influencias de Eclesiastés - ¿o es sólo la oratoria de Khandros?

El final me desconcierta un poco, ¿por qué si todo fue destruido Adhara está a salvo?

Me gusta que el discurso es apasionado, desde la primera frase hasta el final. Es difícil ser crítica con un amigo... ya me dirás si me he acercado a la intención original del escritor :-)