sábado, 4 de octubre de 2008

Terminaron los Examenes!!!

Soy feliz, finalmente terminé parciales. Hace ya un buen rato, publique "la copa de oricalco" y bueno, aunque esta no es la continuación en la novela, quiero publicar este fragmento de mi novela en el blog. Traté de hacer el capítulo lo más breve posible, aunque no fue suficiente y es un escrito algo largo para publicar en un blog. De todas formas espero que lo disfruten.

El espejo correcto
-No la toques- gritó Adhara.
Erian retrajo su mano, asustado, jamás la había oído gritar. Hacía unos instantes encontró una pequeña piedrita blanca, en medio de la gran sala abandonada en el centro de las esqueléticas ruinas del palacio de Inburu. La arena y el polvo la enterraron parcialmente, a pesar de que aún el viento se mantiene alejado del palacio de Inburu.
Hoy acamparemos aquí, hare una fogata- se limitó a decir Adhara, tratando de cambiar el tema de conversación. Así trató de ocultar los pensamientos de su mente, pero no de Erian, sino de ella misma. Erian salió y recogió madera carbonizada por el sol del desierto. Carbón, lo único que quedó de aquellos magníficos jardines rebosantes de vida.
Ambos se sentaron en torno a la fogata. Sus ojos se cruzaron, y una lágrima logró escapar de sus ojos. Ante Adhara, las paredes reaparecían, las torres y minaretes recobraban vida junto con los jardines, y recordó aquello que por tan largo tiempo trato de olvidar. -¿sabes lo que pasó aquí?- dijo Adhara en con voz quieta pero clara. –No, nadie lo sabe, solo quedan historias por ahí.- contestó Erian, tratando de haber encontrado mejores palabras. –La ambición fue lo que pasó- dijo Adhara con tristeza. -Mi pueblo construyó sobre la arena, creímos que poseíamos algo, Erian, nadie posee ni tiene nada, más que lo que ha dicho, hecho y pensado, mi padre me lo enseño. Nunca dejes que la gente te haga creer que tiene algo que la hace importante, ni la fuerza ni el conocimiento nos hacen diferentes. Solo la bondad y la maldad son capaces de hacernos diferentes, y aún ellas, marcan solo una ligera diferencia, al final, todos somos iguales.- Adhara tomó un poco de aire. Y continuó. –Erian, yo estuve aquí, mi padre me trajo… solo cinco presenciamos el horrible suceso… ahora solo quedamos tres, y espero que tu mantengas viva nuestra memoria, para que no vuelva a pasar. El gobernador Inburu convocó a los hombres más sabios del desierto, y les ordenó juntar todo su conocimiento en libros. Al poco tiempo, se percataron que el papel no sería suficiente, y aunque tuvieran el necesario, el desierto entero tendría que convertirse en biblioteca. Mi padre solía meditar usando la roquita blanca que has encontrado tirada en el piso. Erian, aún el grano de arena más pequeño del desierto, es un reflejo de todo el universo, si fueses capaz de verlo en su absoluta totalidad, a ese único granito, conocerías también la absoluta totalidad del universo. Ese granito sería tu espejo para ver la realidad de todo el universo, no solo lo que sabes, sino aún también lo que no sabes y te forzaría a comprender aquello que tu intelecto no es capaz de asimilar. Todo lo que ves y tocas, es un espejo de todo lo demás. Los sabios se propusieron crear un espejo adecuado, un espejo diáfano que permitiera ver con claridad. Eltanamira le llamaron. El espejo de las alturas, el adecuado. Quien le sostiene en su mano es capaz de sostener en su pensamiento la eternidad y la totalidad de su realidad. En un instante saber todo y comprender aún cosas que no deben comprenderse. Quien sostiene a Eltanamira en su mano, ve al universo reflejado, y es capaz de comprenderlo todo. Decidieron hacer este espejo de una forma y manera que nadie pensase. La piedrita blanca que ibas a tocar, es Eltanamira.- Erian miró con cara de asombro a Adhara, y ella supo que debía continuar. –No fue suicidio, aunque se provocaron la muerte a ellos mismos, ni tampoco locura, aunque si enloquecieron. Nadie es capaz de cargar sobre si la naturaleza misma y pura de la realidad, no es nuestra naturaleza poder hacerlo. El día que todo se sepa, no habrá más vida. Mandaron traer un cáliz de oricalco, lleno del veneno rojo que destruyó Palas-Mûr, el mismo que envenenó a la Reina Blanca y salvó a su pueblo… De esa sustancia ya no queda nada en el mundo, y la tierra no volverá a ver sobre sí sus horrores. Nadie debe tener en su mano a Eltanamira, por eso es que la dejamos olvidada en el desierto.- Adhara calló, la luna creciente filtraba su luz desde un agujero de la bóveda del techo. Tres sombras se acercaron a ellos.

2 comentarios:

Gedanke dijo...

¿Los hombres intentaron ser como dioses? Y se partieron la calabaza en el intento... :-S

Cronos dijo...

mmm... not exactly... aunque esa podría ser la idea general. Claro, sería mucho más claro, después de leer los demás capitulos que tienes...