miércoles, 3 de diciembre de 2008

Convierte japonés AICM en su hogar

Huésped de ‘La Terminal’

Originario de Tokio, Hiroshi Nohara lleva más de 70 días viviendo en la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México:

...Del sol

naciente

Un ciudadano de origen japonés viajó al otro lado del mundo y su casa es el aeropuerto capitalino:

Ni las calles de Tokio ni las del Distrito Federal. El japonés Hiroshi Nohara optó por quedarse a vivir en una silla y una mesa del comedor de la Terminal 1 en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). De momento es el sitio donde dice sentirse más tranquilo y seguro. La presencia de los policías federales no lo intimida, por el contrario, fue uno de los principales motivos para quedarse. Incrédulo, entre risas, relata que los agentes le sonríen y le hacen bromas. Le sorprende porque cuenta que en Estados Unidos los policías lo maltrataron, aquí hasta cree que ya son sus amigos. Lo mismo dice de los agentes migratorios, que le hacen preguntas y lo dejan irse tranquilamente. Además, le hace gracia que para todos él sea “un chinito” sólo porque tiene los ojos rasgados y a pesar de que, a sus 40 años y como señal de identidad, optó por teñirse el cabello de rojo, algo que por tradición no harían los chinos ni coreanos. REFORMA entrevistó a Hiroshi en japonés porque no quería contar sobre vida en otro idioma ni en el escaso inglés que habla. La conversación se realizó en el comedor público

del Aeropuerto. Dice que llegó al país el 2 de septiembre, de paso rumbo a Brasil, a donde no pudo viajar porque perdió su documentación. Las autoridades migratorias ya lo han interrogado dos veces, él afirma que la Embajada de Japón en México

le ayudó a regularizar su situación y que decidió quedarse en el AICM por considerarlo un lugar “seguro”. Desde entonces vive y duerme ahí, en el área de comida internacional. Se lava en los baños. Por la mañana se compra un café y entre las miradas del personal de limpieza se sienta a tomarlo en el comedor, luego revisa una bolsa de Zara en la que carga un suéter, una camiseta y unos zapatos. Por la tarde se da una vuelta por la zona comercial de acceso de pasajeros del área internacional, mira los

aparadores de artesanías mexicanas, entra a los sanitarios y regresa a sentarse por varias horas en el comedor.Luego se compra una hamburguesa se la come y se queda dormido. Algunas veces los trabajadores del AICM le llevan comida, pero el

dice que prefiere las hamburguesas porque esas no le hacen daño, aunque siempre les quita el chile, el pepinillo y la cebolla. Tiene ojeras, la barba crecida, su cabello rojo ha comenzado a desteñirse, viste una chamarra de marca kappa ennegrecida de mugre, un pantalón de mezclilla sucio y roto de la rodilla izquierda y unos tenis nike blancos con morado y amarillo. Cuenta que sólo una ocasión se atrevió a salir del Aeropuerto y fue para conocer el Estadio Azteca. Se fue en metro, pero luego padeció para regresar a la terminal aérea, pues no habla mucho español. No obstante dice que la gente fue muy amable al indicarle cómo llegar. Ahora, Hiroshi confiesa que ya no tiene apuro por regresar a Japón, porque la gente de México ha sido muy amable a pesar de su aspecto. Afirma que tiene un boleto de regreso a Japón vía San Francisco, aunque se niega a mostrarlo. Dice que le queda un poco de dinero, pero que no quiere llamar a su familia. No tiene esposa ni hijos, en Tokio, su ciudad natal, vive su mamá, pero no la llama porque no quiere que se preocupe. Tampoco tiene apuro de regresar porque no tiene trabajo fijo, siempre toma chambitas temporales y con eso le ha alcanzado para conocer Estados Unidos, Argentina y ahora México, la terminal aérea de México. Consultadas al respecto, autoridades migratorias en el AICM dijeron que, debido a que su estancia en el País no es irregular, no pueden regresarlo a Japón ni llevarlo a la Embajada. Por eso ahí se queda, en una mesa donde todos los días deja su charola de comida encima para evitar que los policías lo molesten. Luego se pone a dormitar con la cabeza sobre la mesa o con los ojos cerrados y cabeceando, se convierte en una imagen fija del paisaje, del ir y venir de pasajeros.




2 comentarios:

Cronos dijo...

Yo lo conozco, lo ví hace más de un mes, antes de que se hiciera celebridad. Un mes despues, cuando regresé al aeropuerto, me di cuenta de esto. Ahora hasta hacen fila para tomarse una foto con el japonés...

Andie dijo...

Ay...Pero bueno...Es lindo saber que hay alguien que sólo hace las cosas por hacerlas...

Auqnue me seguiré preguntando siempre...Por qué??