martes, 17 de junio de 2008

Advertencia, ¡no leas esto!

Para escribir poesía, hay que tener la cabeza bien fría. Es menester estar bajo el influjo de algún enervante, tal como el amor, la tristeza, la luna, las estrellas, el gozo o el sufrimiento (o cualquier otro de su elección). Se necesita estar muy alerta, con cámara en mano, para atrapar in fraganti los detalles huidizos y los sentimientos tímidos. Al escribir poesía, uno ha de ahogarse en las letras para no respirar la desidia ni el pragmatismo.
Para escribir poesía, debes tener un corazón palpitante; ya sea: a penas, de un moribundo, o retumbante de amor. Es requisito indispensable estar vivo de cuerpo y mente, presentes ambos.
La poesía es un hipnótico potente, un alucinógeno adictivo, y la panacea del sentir (si se administra el poema adecuado en dosis precisas y controladas). Al hacer poesía, prepárese al gusto, y sazónese a voluntad, cualquier ingrediente extra es bienvenido.
Se advierte al lector, que la poesía es altamente contagiosa y adictiva, incurable y progresiva. Se inicia en pequeñas dosis, un pensamiento escrito por aquí, una idea por acá; hasta que los pacientes más graves se vuelven monstruos, leyendo y escribiendo a pasos pantagruélicos. Pero esto no debe preocupar al lector, el único medio de contagio es la lectura, por lo tanto, te diagnostico poesía incipiente en etapa temprana.

1 comentario:

KRØNÖ§ dijo...

Sencillamente es genial, es un escrito maravilloso, la poesia es la forma de desahogo de un alma. asi como el alimento satisface el hambre, la poesía llena el vacio cultural del cual sufre.